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domingo, 18 de octubre de 2009

ACOMPAÑAR HISTORIAS DE VIDA

Obispado de Valparaíso

Caminemos a la Luz del Señor
Encuentros de Acompañamiento Espiritual




ACOMPAÑAR HISTORIAS DE VIDA

Señor, tú me has examinado y me conoces; tú conoces todas mis acciones; aún de lejos te das cuenta de lo que pienso. Por todos lados me has rodeado; tienes puesta tu mano sobre mí. Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre. S 139

Acompañar historias de vida es tocar el trasfondo delicado de las personas y para ello necesitamos disponer nuestro corazón, nuestro cuerpo, nuestra inteligencia, nuestra fe y toda nuestra experiencia religiosa para acoger, para aprender a leer. Somos hombres y mujeres privilegiados de entrar en la trama de la vida de otros donde descubrimos la belleza de lo humano y la obra de Dios.

Ejercicio
a) Mencione tres habilidades que tengo para acompañar?
b) Mencione tres dificultades que tengo para entrar en la historia de vida?


Ser acompañante, tener la posibilidad de acoger y de entrar en la historia de vida de un hombre o de una mujer, es:
- Un arte y requiere de artesanos hábiles, de maestros.
- Una gracia de Dios que nos ayuda a entrar en el misterio de sus hijos y poder contemplar el misterio de lo humano.
- Un lugar de aprendizaje inigualable, donde adquirimos sabiduría de vida, allí aprendemos lo que nadie enseña y pocos saben gustar.
- Un trabajo arduo como es el hacer camino con ellos y ayudarlos a encontrar caminos de sanación, de re-lectura de la vida.
- Una responsabilidad que exige tiempo, volver sobre los casos, desarrollar todas nuestras habilidades.
Cuatro imágenes del acompañamiento de historias de vida que pueden iluminar mejor lo que es:
- Es un parto de vida nueva y nosotros somos los parteros
- Es una aventura tanto para el acompañado como para el acompañante. Buscamos un tesoro. Buscamos lo profundo de una persona y allí siempre encontramos un núcleo de vida resucitado.
- Es un enseñar a caminar a un enfermo
- Es un enseñar a leer a un hombre analfabeto para que llegue a declarar su vida y pueda bendecir y perdonar.

Los Evangelios presentan a Jesús como el buen samaritano de la humanidad que está botada junto al camino.
Lucas presenta a Jesús en la sinagoga de Nazareth como "el que viene a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor" Lc 4, 18-19.
Para ello Jesús entra en la situación concreta de los hombres y mujeres de su tiempo, situaciones de disminución, de desequilibrio interior para, desde allí, dar pasos que les devuelvan la paz, la libertad, el equilibrio interior, la posibilidad de crecer. Hombres y mujeres heridos, prisioneros de su historia que son atendidos por Cristo médico que tiene las medicinas apropiadas para sanarlos.
El ministerio de Jesús en los Hechos de los Apóstoles está resumido como: "hacer el bien y curar a todos los oprimidos por el diablo"
Hechos 10, 38.
Juan 4, 1-26 Jesús y la Samaritana
Lucas 19, 1-9 Zaqueo



¿Por qué entrar en la historia de vida?

* Nuestros acompañados llegan con una larga historia a cuestas, ellos son producto de toda una historia que necesita ser desentrañada. Nuestra tarea es conocerlos, quererlos, ayudarlos a aceptarse en su realidad de manera que cada uno pueda hacerse cargo de sí y mañana pueda florecer. Nadie puede saltarse su verdad.
* Revisamos la historia de vida para explicitar los más y los menos que hemos ido acumulando a lo largo de los años y poder elaborar los contenidos para ser lo que somos y aceptar lo que hemos vivido. Al explicitar estos hechos podremos darnos cuenta si estos facilitan o perturban nuestro desarrollo actual. "Lo que no se asume no se redime"
* Necesitamos ser sanados, consolados, liberados por otros. Esta es la intuición más de fondo del Evangelio: nadie se salva solo; los autosuficientes y los solitarios no tienen futuro. Siempre nacemos a la vida en los brazos de otros: padres, profesores, amigos, terapeutas, etc.
* Necesitamos con urgencia reparar las heridas de la vida. Las heridas, los rencores, los malos recuerdos, nos impiden entrar en comunión consigo mismo y con los demás y crecer en libertad. Al sanar nuestra historia podemos llegar a ser más objetivos, ir más allá de las idealizaciones, prejuicios y descalificaciones de personas y situaciones como también adaptarnos con rapidez a situaciones nuevas con una flexibilidad creciente. "Hace al hombre presente todo lo que es pasado"
* Al acompañar buscamos entrar profundamente en la historia de vida de otros para ayudarlos a agradecer y perdonar, dos temas profundamente evangélicos que tenemos que aprender a vivir nosotros y enseñar a vivir. Son fundamentales para reconciliarnos con nosotros mismos con Dios y con los demás, son muestras de un gran amor.
"Abre mis labios para que mi boca proclame tu alabanza y el perdón"
* Se trata de aprender a leer nuestra historia con sus altos y bajos, como una historia de salvación.
"…porque es eterna su misericordia"
* Necesitamos vivir en paz y armonía con nosotros mismos, con los demás, con Dios. Es la armonía del icono de Cristo salvador donde lo humano y lo divino manifiestan su belleza.




Algunas recomendaciones

a) Revisar la historia de vida para el acompañado no es fácil. Exige hacer un gran esfuerzo por explicitar hechos, situaciones y personas que han marcado para bien o para mal su experiencia vital.
Son presencias y ausencias, son encuentros y desencuentros, experiencias con una gran resonancia emocional que dejan al que lo hace muy vulnerable.

b) Nuestra vida está conformada por muchas historias específicas: la historia de mis penas, de mis rabias, de mis amores, de mi fe (llegar a escribir una cristianografía). Es la "historia de un alma", con sus gozos y dolores. Esto toma tiempo, disposición a despertar zonas "olvidadas" para que ahora puedan ser re-integradas en una vida adulta.
Se trata de explicitar y exponer a los propios ojos y a los de otro nuestro tesoro más preciado, son nuestros vínculos fundamentales, nuestros amores, sueños y logros como también nuestros temores, dolores y desencantos, con papá, con mamá, con abuelos, con amigos, etc.
Los hechos no son hechos objetivos sino interpretaciones nuestras de los hechos. Es por esto que son leídos de manera distinta a medida que vamos pasando por la vida.

c) A menudo tendemos a olvidar lo doloroso, lo vergonzoso y desagradable; vamos arrinconando recuerdos, hasta llegar a creer que desaparecieron, aquello que en etapas anteriores no podíamos asimilar e integrar a nuestra conciencia.
Toda experiencia, las buenas, y las malas, dejan huellas en nuestra memoria, en nuestro corazón, en nuestra conducta.
"La carrera al caballo en el cuerpo se le queda"
La memoria es la facultad que nos permite olvidar las cosas, es selectiva y es por eso que recordamos unos hechos y otros los olvidamos
Hay familias de experiencias que son importantes revisar; son experiencias que alteran, consciente o inconscientemente, nuestra manera de relacionarnos con nosotros, con otros, con Dios.:
- Las agresiones, verbales, físicas,
- Los abusos
- Las experiencias límites: separación de los padres, muertes, accidentes.
No es justo hacer memoria y compartir sólo lo doloroso, lo que otros nos han producido y lo que nosotros hemos producido, es preciso hacer un esfuerzo por recordar lo positivo, lo logrado de nuestra historia de vida, de manera de integrarlo y pasen a ser parte del patrimonio de la persona.
La persona sana es la que aprende a recibir y agradecer el amor que otros le ofrecen.
A menudo tenemos mayor conciencia de lo que nos ha faltado que de lo que hemos recibido en materia de cuidado y de cariño, por eso es frecuente encontrar personas quejumbrosas de su suerte.

d) No basta enumerar los hechos, es preciso entrar en comunión con su contenido emocional. En las experiencias dolorosas, a menudo estos contenidos han sido reprimidos, negados, alterados y necesitan ser rescatados ya que están en el trasfondo vital de nuestra personalidad.
Fácilmente decimos: "para que darle más vuelta" de manera de evitar las penas, rabias y dolores contenidas.
Es preciso invitar al acompañado a que se dé permiso para sentir, para pensar, para recordar, para llorar todo lo que hay que llorar.
Normalmente en las mujeres, debajo de la pena y las lágrimas hay rabia, o bien en los hombres, debajo de la rabia hay pena. Tanto hombres como mujeres necesitan reconocer y expresar la parte oculta de las vivencias emocionales.
Las penas se lloran sin necesidad de justificarlas ni dramatizarlas como un recurso para ser acogidos.
Es más importante que el acompañado manifieste el tamaño de la pena, la forma y el color, que los por qué.
No basta hacer una catarsis, es decir echar fuera los contenidos no compartidos, no llorados. Este es un primer paso para re-estructurar a la persona y sus conductas, es necesario la aceptación e integración de la experiencia, la búsqueda de sus significados, los por qué y los para qué, el tomar conciencia de las consecuencias en la conducta actual.

e) No se puede permitir a una persona instalarse en determinadas etapas de vida o en situaciones específicas, en experiencias emocionales negativas o positivas del ayer. Esto impide el crecimiento y hace que fácilmente volvamos a experiencias anteriores (regresiones).
No podemos olvidar que somos peregrinos, vamos pasando por el dolor y por el gozo

f) Necesitamos ser animados, contenidos, cuestionados para sacar a luz las experiencias traumáticas. La mejor manera de aceptar nuestra historia es vernos y sentirnos aceptados profundamente por otro con lo hermoso y lo difícil que hay en nosotros.
Se trata de aprender a leer de manera nueva lo vivido para así empezar a escribir una historia nueva, integrada, redimida.
Revisamos la historia de vida para partir con fuerzas nuevas, para aprender de ella y vivir con mayor libertad las relaciones actuales y las que vamos a establecer.
El acompañamiento es un ejercicio de comunión entre dos personas, se trata de tender puentes entre el ayer, el hoy y el mañana; entre las personas y su entorno significativo; entre datos e interpretaciones.

g) Es importante en el acompañar historias de vida, ayudar a descubrir lo bueno de lo malo y reconocer lo malo de lo bueno que hemos vivido. Rescatar lo rescatable en las experiencias difíciles y descubrir los frutos que ha producido en nosotros la adversidad.
Las experiencias de vida, las habilidades y las personas nunca son completamente buenas o completamente malas. Ser inteligente es bueno pero con ella podemos dañar, oprimir, despreciar a otros.

h) Necesitamos re-definir los juicios negativos que nos hacemos nosotros mismos: "no soy tonto, hago tonteras". Cuando nos hacemos juicios negativos estos disminuyen nuestra auto-estima lo que trae consecuencias en otros niveles de nuestro quehacer. También tenemos que re-definir los juicios que hacemos de otros, para así limpiar la mirada y no descalificar o idealizar.


Los acompañantes

Para acompañar bien la historia de vida de otros se requiere de hombres y mujeres de Espíritu, con sabiduría de vida, con fuego y peso de vida, que sepan gozar de que su servicio es acoger, discernir, desafiar y disponer al acompañado para que se deje conducir por el Espíritu, el que renueva todo lo nuestro y hace posible un mundo nuevo.
Algunos aprendizajes a hacer y habilidades a desarrollar.

a. Los acompañantes no son terapeutas sino testigos de la bondad de Dios, de su misericordia, tarea mucho más hermosa y más difícil de realizar.
Somos testigos no sólo por lo que decimos sino por el tono y la expresión no verbal que acompaña a nuestras palabras (el 7% del mensaje que transmitimos está dado por las palabras, el 38% por el tono y el 55% por la postura corporal).

b. Se requiere tener siempre presente en los ojos y en el corazón la historia de Jesús:
- El pasó por el desprecio y el dolor
- El quiere estar junto a los que sufren y cargar con sus dolores.
- El sufrimiento ofrecido es redentor, nos hace más sanos, más libres.
- Necesitamos invocar el poder sanador de Jesucristo.

c. No basta con acoger los hechos y las emociones, es preciso reconocer el paso de Dios en esta historia de vida. Necesitamos aprender a discernir las presencias y las ausencias de Dios en nuestros acompañados para reflejarlas y que la persona las descubra y tome los medios para reparar lo no logrado y bendecir por lo alcanzado.

d. El acompañar es un ministerio que exige delicadeza, fuerza de vida y una gran libertad interior. Se trata de facilitar en el acompañado la reintegración de hechos y emociones del ayer a la realidad actual de una persona mayor y por eso hoy puede asumir esos contenidos y re-interpretarlos.

e) Es necesario saber que entramos en el misterio de la vida de un hombre, de una mujer, con lo incomprensible que hay en cada vida. Nunca podremos comprender completamente a los demás, ni siquiera nosotros nos entendemos.

f) Para acompañar bien es importante estar libre de la propia historia. Así podremos aceptar mejor a otros, verlos como personas valiosas, preguntar con libertad sin inducir respuestas.

g) Nuestra referencia de sufrimiento puede ser un recurso que aprovechamos para invitar a ir a fondo.

h) Algunas habilidades a desarrollar:
• Una mirada contemplativa
• Disponer el cuerpo para acoger, para sostener, para desafiar... Cuidar de la congruencia de la postura física
• La escucha activa
• El preguntar discreto pero persistente. Preguntas abiertas que inviten a expresarse.
• El no juicio ni el hacer comentarios (no escandalizarse)
• La empatía que es seguir los sentimientos y percepción del otro y de reflejar esta comprensión.
• El evitar generalizaciones, cada persona es original y tiene derecho a ser conocida en su individualidad.
• La confidencialidad a toda prueba
• El no aconsejar ni ofrecer soluciones
• El cuidar las actitudes protectoras, no somos papá ni mamá, somos peregrinos.
• El cuidar nuestra tendencia a la omnipotencia y a ofrecer promesas desmedidas.
• El cuidarnos de la propia curiosidad
• El promover el perdón, la comprensión, una mirada positiva.
i) En algunas ocasiones es necesario derivar a personas con mayor entrenamiento o a profesionales.

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